El amanecer rompió lentamente el abrazo de la noche, desdibujando las estrellas y pintando el cielo con tonos anaranjados y malvas. Amara y Lykos, aún juntos, contemplaban el horizonte desde la ventana de su refugio, conscientes de que el día traería nuevas batallas, no solo fuera, sino dentro de ellos mismos.
Los ecos de sus promesas aún vibraban en sus corazones cuando un mensajero irrumpió apresurado en la estancia, la capa ondeando tras él, sus ojos desbordando urgencia.
—Alfa Lykos, señora Amara —jadeó mientras se ponía de pie—. Hay noticias de la manada Hijos del Colmillo Roto. Han atacado un puesto avanzado cerca de la frontera norte. Han tomado prisioneros y han dejado rastros de una alianza con las sombras del exilio vampírico.
El frío se coló entre ellos, helando incluso el latido que los mantenía firmes. La alianza que pare