Capitulo 17

La noche había caído por completo, trayendo consigo una brisa suave que se colaba por las ventanas abiertas del pasillo del segundo piso. Ana caminaba descalza, con una taza de té de manzanilla entre las manos y el rostro sereno, aunque en sus ojos danzaban sombras de pensamientos antiguos.

Al pasar frente al cuarto de Emma, detuvo el paso. Empujó ligeramente la puerta y la vio dormida, enredada en sus sábanas, abrazando un peluche de reno. En su rostro había una paz que conmovía.

Ana sonrió con ternura y cerró la puerta con cuidado. Continuó su camino hasta su habitación.

Al entrar, lo primero que hizo fue dejar la taza sobre la mesita de noche. Encendió la lámpara de pantalla beige, cuya luz cálida iluminó los tonos crema del edredón y las cortinas florales. Se quitó el suéter, lo dejó sobre el respaldo del sillón frente a la ventana y se sentó al borde de la cama.

El silencio volvió a rodearla, pero no era incómodo. Era ese tipo de silencio que invita a pensar… o a recordar.

Ana mi
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