Capitulo 15

El reloj sobre la pared de caoba marcaba las doce con precisión suiza. La luz del mediodía se colaba por los ventanales altos del despacho de Maximiliano, proyectando rectángulos de luz sobre el escritorio pulido. El murmullo lejano de la ciudad, mezclado con el suave zumbido del aire acondicionado, creaba un telón que lo aislaba en su burbuja de concentración. Frente a él, una pantalla plena de cifras y reportes financieros. Pero a pesar del trabajo, su mente vagaba hacia Emma. Era su hora exacta.

Sus dedos, acostumbrados a teclear con firmeza, pulsaron el botón para llamar al chofer.

—Julián. —Su voz fue breve, sin regresar la mirada a la pantalla.— Lleva a la niñera al colegio y la dejas ahí. Yo voy por ellas, puedes descansar el resto del día.

—Claro, señor —respondió Julián con eficiencia.

Maximiliano colgó y, por un instante, posó los ojos en un cuadro en la pared: una escena familiar, suya y de Emma. Le dolió un poco el pecho por la sensación que sentía. Respiró profundo, recog
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