Nicolás sabía que estaba agotando sus opciones. Después de escapar de los guardias por los pasillos del hospital, había logrado mantenerse en las sombras, pero su suerte no duraría para siempre. Llevaba demasiado tiempo en movimiento, demasiado tiempo luchando en una guerra silenciosa contra un enemigo invisible. Y ahora, sentía cómo las fuerzas de la Sombra lo cercaban, cada vez más cerca.
No pudo escapar por mucho más tiempo.
Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Un equipo de guardias de seguridad, más entrenados que los anteriores, lo emboscaron en uno de los pasillos laterales. Nicolás peleó con todas sus fuerzas, lanzando golpes desesperados, pero su resistencia estaba agotada. Fue derribado, su cuerpo aplastado contra el frío suelo del hospital mientras uno de los guardias le sujetaba las muñecas y las esposaba con violencia.
—Lo tenemos —dijo uno de los hombres, levantándolo sin piedad del suelo—. Llévenlo con Adrian.
Los guardias lo arrastraron por el hospital, sin preocu