El regreso de Nicolás Valverde a la ciudad no fue lo que esperaba. Cuando entró en el vestíbulo del hotel, el murmullo de la gente alrededor lo acompañó como una sombra. Los ojos se volvían hacia él, susurros recorrían los pasillos como si una nube de rumores lo persiguiera. Al principio, no le prestó mucha atención. Las miradas siempre habían estado sobre él, ya sea por su estatus o por su regreso inesperado, pero ahora parecían ser diferentes: cargadas de una tensión que no terminaba de comprender.
Decidió ignorarlo, subiendo a su habitación mientras reflexionaba sobre su conversación con Gabriel. Todo lo que había pasado se arremolinaba en su cabeza. Había vuelto por razones que ni él mismo podía explicar completamente, pero la paz que le habían ofrecido ya no estaba, y algo oscuro acechaba detrás de cada esquina.
Al llegar a su habitación, su teléfono comenzó a sonar. El nombre en la pantalla no era familiar, pero respondió, su curiosidad despertada por la llamada.
—¿Valverde? —di