Fayna, Leila y Olivia, habían llegado al sector este, de los límites de la mansión Khattab, donde Olivia descubrió con asombro, que luego de los establos, el árido desierto continuaba sin barrera alguna, era como la otra cara de la moneda, pues al pasar las puertas de la mansión, muchas otras casas se encontraban en aquel sector, y luego a un par de kilómetros el centro mismo de la ciudad, con los mercados rebosantes de personas, sin embargo en el sector que se encontraban ahora, daba la sensación de ser el corazón mismo del desierto.
—No hay cerca que limite la propiedad.
Comentó Olivia, a riesgo de parecer tonta ante aquella afirmación, que bien estaba a la vista de las otras mujeres, mientras que Leila le hacía una indicación a una de sus empleadas, misma que colocó un gran manto sobre una roca plana que allí había, y de esa forma la jequesa de la tribu Khattab, se sentaba en el lugar, una acción que repitió Fayna y por supuesto Olivia.
—En este sector, no hay cerca que limite la p