—¡Sí! —contesta con firmeza mientras busca dentro de su bolsa, su teléfono celular.
—Tendrás que esperar, ya vienen de regreso —susurra Marcos.
Antonella guarda el móvil nuevamente en su bolsa. No obstante, no desiste de su idea. Aguarda a que su padre tome asiento y Angelo coloque la silla de ruedas a su lado.
—¿A dónde vas, mi amor? —pregunta Angelo al ver que se incorpora de su asiento.
—Al tocador, ya regreso.
—Pero si ya nos vamos. —advierte.
—Déjala cuñado, ya sabes como son las mujeres. —interviene Marcos.
La pelirrubia sonríe y le da un guiño a su hermano. Apresura el paso para ir hasta el sanitario y realizar aquella llamada. Una vez dentro saca el móvil, desbloquea su contacto y comienza a llamar.
En el primer repique va al buzón de voz. Antonella comienza a impacientarse, realiza un segundo intento y suena ocupado. Camina de un lado a otro, mientras aguarda para hacer un tercer y último intento. Tal vez lo mejor era desistir de hablar con él.
Mientras tant