Capitulo 34

La mansión Montenegro había recuperado su calma después de la cena, pero esa calma era engañosa. El eco de las palabras, las miradas punzantes y los gestos disimulados de la velada aún flotaban en el aire como humo invisible.

Greeicy caminaba con paso firme hacia la habitación principal, el vestido aún ceñido a su silueta, sus tacones golpeando suavemente el mármol en un compás que revelaba su impaciencia. No había dicho ni una palabra desde que las puertas se cerraron tras la salida de su familia. Ni siquiera cuando Dylan intentó rozar su brazo para detenerla antes de subir las escaleras.

En su pecho, una mezcla de rabia y tristeza ardía como fuego contenido. No era tanto lo que Greta había hecho, sino lo que Dylan no había hecho. Defenderla en la mesa había sido un gesto poderoso, sí, pero permitir que esa mujer se acercara tanto, que le dejara ese beso calculado en la mejilla y que él no lo frenara, no lo cortara en seco, la había herido en lo más íntimo.

Entró en la habitación y c
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