70. El Sacrificio Final
El bosque ardía.
Pero no con fuego. Ardía con sombras, con gritos de criaturas que no debían existir, con el sonido seco de garras contra corteza y el silbido del viento cuando era cortado por algo más rápido que el ojo.
Ailén jadeaba, los ojos dilatados, el corazón golpeando su pecho como un tambor de guerra. Estaba cubierta de sangre —no toda suya— y de una energía caliente que le recorría la piel como si la luna misma se hubiese derretido dentro de sus venas.
-- ¡A tu derecha! -- gritó Liora, lanzando un hechizo que estalló en una criatura hecha de humo y huesos, destrozándola en un parpadeo.
Raven rugió. Sus garras desgarraron el pecho de una bestia alada que descendía desde las copas de los árboles. Su forma de lobo había cambiado: más salvaje, más inestable. Tenía los ojos rojos, brillando con una furia desesperada que rozaba la locura.
Pero incluso con todo su poder… no era suficiente.
Por cada criatura que caía, surgían tres más. El bosque entero parecía escupirlas desde la ti