36. Fuego en la manada
El primer aliento del amanecer pintaba de tonos dorados y naranjas el cielo sobre Umbra Noctis, pero la calma que la luz prometía no lograba filtrarse en el corazón del campamento de la manada. El silencio matutino estaba cargado de una tensión invisible, como si cada sombra y cada árbol guardaran la respiración, anticipando un peligro inminente.
Raven caminaba con paso firme por el campo de entrenamiento, sus ojos atentos observando cada movimiento, cada respiración agitada de los jóvenes que se ejercitaban bajo su mirada. Era un terreno abrupto, lleno de rocas y troncos caídos, pero él sabía que ese era el mejor lugar para que la manada volviera a forjarse fuerte y resistente.
Los jóvenes, entre dieciocho y veintidós años, se esforzaban con disciplina. Sus cuerpos jóvenes y ágiles ejecutaban ataques, defensas y maniobras de combate, guiados por la voz clara y autoritaria de Raven.
-- Más velocidad, no solo fuerza. Recuerden que la manada depende de la precisión y el trabajo en equip