35. Lazos que se fortalecen
El sol de la mañana acariciaba suavemente el campus universitario mientras Ailén y Liora caminaban juntas por los senderos rodeados de árboles, con mochilas al hombro y la charla fluyendo con la naturalidad que sólo una amistad profunda puede permitir. Los edificios de piedra y vidrio reflejaban la luz, y el murmullo de estudiantes apurando su paso creaba una melodía constante que las envolvía.
-- ¿Viste el nuevo proyecto de Literatura? -- preguntó Liora, con una sonrisa traviesa, mientras lanzaba un mechón de cabello detrás de la oreja.
-- Sí, y honestamente, no sé si podré terminarlo a tiempo -- respondió Ailén con un suspiro, sus ojos recorriendo el campus distraída.
Liora la miró con un gesto cómplice.
-- Ya, Ailén, no te preocupes tanto. Sabes que siempre puedes contar conmigo para una sesión maratónica de estudio. Además, ese profe es un gruñón, pero entre las dos de seguro que le sacamos algo bueno. --
Ailén sonrió, la tensión en sus hombros cediendo un poco.
-- Gracias, Liora.