Grayson
La mañana seguía siendo fresca, aunque el cielo anunciaba tormenta en el horizonte. Mis pasos resonaban con firmeza mientras descendía por los escalones de la torre oeste. No necesitaba convocarlo; Saúl ya me esperaba en el pasillo central, como si supiera que era hora de hablar. Siempre había tenido ese sexto sentido maldito para anticiparse a mis pensamientos.
—Grayson —dijo con una ligera inclinación de cabeza, cruzando los brazos. Sus ojos serios me escudriñaron—. ¿Entonces es cierto? ¿Ya lo confirmaste?
—Sí —respondí sin rodeos—. Partiremos en dos días.
Saúl soltó una exhalación como si hubiera estado conteniéndola por horas.
—Me costó demasiado lograrlo —añadió con un gruñido—. Contactar con ellos, pasar sus filtros, su arrogan