Después de la intensa jornada en la feria del libro, Clara y Lucas decidieron que merecían una pausa. Había sido un día lleno de emociones, desafíos y logros, y aunque el cansancio era evidente en sus rostros, ambos sabían que una ocasión así no podía pasar desapercibida.
—¿Qué te parece si salimos a cenar? —sugirió Lucas mientras Clara guardaba los últimos papeles sobre su escritorio, cerrando con cuidado la carpeta que contenía su discurso y notas del evento.
Clara lo miró desde la silla, con una sonrisa cansada pero sincera.
—¿No estás agotado?
—Lo estoy —respondió encogiéndose de hombros—, pero hoy es un día especial. Lograste algo increíble, y quiero celebrarlo contigo. No todos los días se brilla como tú brillaste hoy.
Clara suspiró, sintiendo cómo las palabras de Lucas deshacían poco a poco la tensión que aún se alojaba en su espalda. Tenía razón. Habían trabajado duro para llegar a ese momento. Merecían una noche distinta.
—Está bien, pero tú eliges el lugar —dijo, estirándose