El regreso a casa fue tranquilo, pero Clara no pudo evitar que una sensación de inquietud se instalara en su pecho. Ahora que había encontrado algo de inspiración, el verdadero reto comenzaba: transformar las emociones y vivencias del viaje en palabras que tuvieran sentido. Mientras el coche avanzaba por la carretera, sus pensamientos giraban como un carrusel. Tenía imágenes, sensaciones, recuerdos… pero no sabía aún cómo ordenarlos. Era como si todo se mezclara dentro de ella sin encontrar una forma definida.
Lucas, sentado a su lado, la observaba en silencio. Notaba su mirada perdida, su respiración más pausada, y aunque no decía nada, comprendía perfectamente lo que pasaba por su mente. Había sido un fin de semana cargado de emociones, pero también de respuestas. Sabía que Clara estaba en un punto de reinicio, y eso ya era una victoria.
—¿Qué piensas? —preguntó finalmente con voz suave, rompiendo el silencio que los acompañaba desde hacía minutos.
Clara giró el rostro hacia él y es