Mientras los días avanzaban y la boda se acercaba a pasos firmes, Clara y Lucas se concentraban en ultimar los detalles que harían de ese día algo verdaderamente inolvidable. Desde los arreglos florales hasta la música, cada aspecto había sido cuidadosamente elegido para reflejar no solo su historia de amor, sino también la esencia del pueblo costero donde había comenzado todo.
Esa mañana, Clara estaba sentada frente a la mesa del comedor con una taza de té a medio terminar, rodeada de papeles, marcadores de colores y una lista interminable de invitados. Estaba revisando por enésima vez la distribución de las mesas, intentando encontrar el equilibrio perfecto entre comodidad y cercanía entre los asistentes. Acomodar a familiares, amigos del pueblo, antiguos compañeros y personas que venían de fuera se había convertido en un rompecabezas más complicado de lo que imaginaba.
Justo cuando sentía que finalmente todo encajaba, el sonido de su teléfono la sacó de su concentración. Era un men