La siguiente parada en la lista de preparativos fue una de las más significativas para Clara: la elección de las flores. Desde pequeña, había soñado con caminar hacia el altar sosteniendo un ramo especial, uno que contuviera no solo belleza, sino también significado. Ahora que el momento estaba tan cerca, deseaba que cada flor representara un pedacito de su historia con Lucas, su vida en el pueblo costero y la emoción de este nuevo comienzo.
Lucas, aunque no compartía el mismo entusiasmo por los arreglos florales, no dudó en acompañarla. Quería estar presente en cada decisión, por más pequeña que pareciera, porque sabía lo importante que era para Clara. Y en el fondo, también disfrutaba verla tan ilusionada, tan viva.
La florería estaba ubicada en una calle tranquila del pueblo, rodeada de macetas y enredaderas que trepaban por la fachada como si fueran parte de la decoración. Al entrar, fueron recibidos por un estallido de colores, aromas y una energía reconfortante. La dueña, Rosa,