Después de la emotiva experiencia de encontrar su vestido de novia, Clara se sentía aún más motivada para continuar organizando los detalles de su boda. Cada paso la acercaba al gran día, y el entusiasmo crecía a medida que los preparativos avanzaban. Con el apoyo constante de Lucas, todo parecía fluir con naturalidad, aunque aún quedaban tareas por resolver.
Unos días después, se reunieron en su casa para trabajar en uno de los aspectos más simbólicos: las invitaciones. Clara había pedido varias muestras de papelería, sobres artesanales, cintas de lino y unas plumas decorativas que adoraba. Quería que las invitaciones fueran personales, únicas, que reflejaran el amor que los unía.
La mesa del comedor estaba cubierta de materiales, creando una escena que combinaba caos y creatividad.
—¿Estás segura de que quieres escribir algunas de las invitaciones a mano? —preguntó Lucas, observando las plumas con expresión divertida.
—Para los invitados más cercanos, sí. Me parece más significativo