Punto de vista de EscarlataEsta mañana, un silencio inusual invadía el salón de la manada. Luciano permanecía sentado en su oficina, mirando fijamente la pared. No había pegado el ojo desde que supo de mi desaparición, y las marcadas ojeras bajo sus ojos lo delataban.
El sol apenas había salido cuando el Beta Juan se le acercó con la última actualización de la búsqueda.
—Alfa, hemos registrado cada centímetro de nuestras tierras —le informó Juan con vacilación—. No encontramos ningún rastro de Luna Escarlata.
—¡Entonces sigan buscándola! —los ojos de Luciano se tornaron rojos como el fuego—. ¡Tiene que estar en alguna parte!
Los miembros de la manada intercambiaron miradas preocupadas, pues nunca habían visto a su Alfa así.
—Quizás... —comenzó el Beta Juan con cautela—, quizás deberíamos considerar la posibilidad de que la Luna Escarlata realmente está...
—¡No! —el rugido de Luciano retumbó con tanta fuerza que las ventanas vibraron—. ¡No te atrevas a decirlo!
La puerta se abrió con su