Punto de vista de EscarlataMi risa se desvaneció al observar al hombre arrodillado frente a mí. Era típico de él creer que todavía podía negociar conmigo.
—Recuerda, Luciano —le dije fríamente—. Hace seis años no eras más que un prisionero pudriéndote en las mazmorras de la Manada Sombra.
Se le secó el rostro al evocar ese recuerdo.
—¿Te acuerdas de ese día? —insistí—. Tu padre te mandó a esa falsa misión de paz, ¿recuerdas? Él sabía perfectamente lo que hacía. Quería sacrificar a su propio hijo para salvar su vida.
A través de los tenues lazos que aún conservaba como fantasma, sentí renacer su viejo dolor.
—Apenas tenía dieciocho años —continué—. Pero supe que algo no cuadraba cuando no volviste. Todos decían que era caso perdido, que la Manada Sombra nunca te iba a soltar.
—Lota... —susurró, tratando de detenerme.
—Fui primero a buscar a Lilia —lo interrumpí—. ¿Te acuerdas de tu adorado primer amor? La hija del Alfa de la Manada Sombra. Le rogué que te ayudara.
Ese recuerdo provocó q