Hans se detuvo bruscamente y la abrazó con fuerza.
—Daf…
Ella estaba empapada en sudor, como si la hubiera sacado del agua. Tenía la boca abierta, pero le costaba mucho respirar.
Hans la abrazó y se dio cuenta de lo que estaba pasando. La levantó en sus brazos y la apoyó en su hombro, acariciando su espalda con sus grandes manos, ayudándola a recuperar el aliento.
—Intenta respirar profundamente.
Dafne se apoyó en su hombro, abrió la boca y respiró profundamente, inhalando y exhalando. Repitió este proceso una y otra vez. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero luego se apoyó en su pecho y poco a poco su respiración se volvió finalmente regular.
Hans bajó la cabeza y la miró. Su frente y sienes ya estaban cubiertas de sudor. Finalmente, con impotencia, apartó los mechones de cabello sudado de su rostro y los colocó detrás de su oreja. Inclinó su cabeza y le dio un beso en el centro de su frente, intentando consolarla. Le preguntó:
—¿Tienes tanto miedo de mí?
Ni siquiera le había hech