Dafne se acercó a Hans y lo acompañó al consultorio. Mientras el médico se preparaba para limpiar la herida, Hans le dijo a Dafne:
—Sal y espera afuera.
Él sufrió la herida por protegerla de un cuchillo, ella debería haber estado a su lado todo el tiempo. Dudó:
—¿Realmente no necesitas que te acompañe?
Ella se inclinó un poco para preguntarle. En su mirada se veía claramente la preocupación. Hans sintió un leve y repentino alegría en el corazón, incluso su mirada se suavizó. Si ella no podía soportar ver la sangre y se desmayaba frente a él, ¿qué haría? ¿Podría él seguir cosiendo la herida? El proceso de curación sería rápido. De repente, se le ocurrió una idea y dijo:
—Ve a cómprame un paquete de cigarrillos. Salí sin ellos hoy.
Dafne abrió los ojos sorprendida. Realmente admiraba su positiva actitud:
—¿Todavía quieres fumar en esta situación?
Hans observó su expresión de sorpresa y rio suavemente. Dijo una mentira sin pensar mucho:
—La nicotina puede aliviar el dolor.
Dafne no sabía