Los recuerdos sangrientos eran como un mar embravecido que amenazaba con ahogarla. Había mentido en el tribunal, convirtiéndose en una delincuente y traicionando tanto a Hans como a su propio padre biológico. Ya no había forma de redimirse…
Sus ojos se pusieron rojos mientras apartaba bruscamente la mano de Fiona. Gritó descontroladamente:
—¡Suéltame! ¡Te dije que me sueltes!
—Hija, no te enfades… —Fiona fingió compasión y debilidad.
Dafne la apartó con fuerza y se dio la vuelta para irse, pero la gente las rodeó y le bloquearon el camino. Dafne se sintió mareada y todo parecía girar a su alrededor, incluso escuchó un zumbido en su cabeza.
En ese momento, una figura alta y masculina se abrió paso entre la multitud y se acercó rápidamente a Dafne. Ella lo reconoció:
—Hans…
Ella agarró su mano con fuerza, aferrándose a él como a un salvavidas.
Él la envolvió en sus brazos, listo para llevarla lejos, pero en ese momento Fiona gritó:
—¡Dafne Veras! ¡No puedes irte!
¡La mujer se acercó con