*—Callum:
Arregló con cuidado la cama prestada y salió de la habitación. Al pisar el pasillo, escuchó voces: la de Theo, la de Tyler… y esa voz profunda, firme, que lo estremecía hasta los huesos. Su Dominick. Y como si el cuerpo supiera antes que la mente, el aroma especiado de su alfa llegó hasta él, provocando que su corazón se acelerara.
Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no correr hacia él, pero su orgullo lo hizo girarse en dirección contraria y meterse en el baño.
Se dio una ducha rápida; no tenía fuerzas para más.
Cuando lavó sus partes íntimas, soltó un quejido al sentir la sensibilidad en su agujero. Dominick había llegado muy profundo la noche anterior, y el sexo fue lo que provocó el sangrado. El doctor le había dicho que el bebé, por el momento, estaba bien… pero sabía que serían sus médicos quienes tendrían la última palabra. Edward y Giovanni. Ya se imaginaba lo que podrían decirle.
Se tomó su tiempo para vestirse con la ropa cómoda que le habían dejado. Cada m