Subtítulo:

“Hay algo más poderoso que la transformación… y es el momento exacto en que el alma se ensancha para dar vida.”

Ariadna se despertó antes que el sol. Algo en su cuerpo la sacó del sueño con un tirón suave, como si una energía invisible la empujara a moverse. Estaba sudando, aunque la cabaña estaba fresca. Su respiración era tranquila, pero su pecho latía como si hubiera corrido una batalla entera.

Se sentó en la cama, se cubrió con la manta y llevó una mano a su pecho. Su piel ardía.

Y no de fiebre.

Era otra cosa.

Sus sentidos estaban desbordados. Escuchaba los insectos en la madera, el murmullo de la brisa acariciando las hojas, el crujido de la madera al contraerse. Todo estaba amplificado. Incluso el olor del fuego antiguo la envolvía con una intensidad que la mareaba.

—¿Qué me pasa? —murmuró.

Naira se movía dentro de ella con tranquilidad, como si supiera exactamente lo que ocurría… pero prefiriera guardar silencio. Esa calma era aún más perturbadora.

Ariadna se levant