Subtítulo:
“Cuando la marca no solo deja huellas en la piel, sino que une los deseos más profundos.”
El bosque despertaba con la luz dorada de la mañana, pero el verdadero calor estaba en la cabaña que Kael había preparado para ellos. Con una cesta, mantas extendidas y flores silvestres, todo olía a romance y aventura. Ariadna no podía dejar de sonreír mientras caminaban entre los árboles, su mano entrelazada con la de Kael, sintiendo cada latido de su corazón y cada vibración del suyo a través de la marca que él había dejado en su piel.
—Te gusta, ¿verdad? —preguntó Kael con una sonrisa traviesa, observando cómo ella se maravillaba con cada detalle del lugar.
—Sí… es hermoso —respondió ella, con los ojos brillantes, todavía adolorida de la noche anterior, pero feliz—. Eres increíble… todo lo que haces… es perfecto.
Kael la tomó de la cintura, atrayéndola hacia sí.
—¿Sabes lo que provoca la marca que te dejé? —murmuró cerca de su oído—. No solo es posesión, Ariadna. Es conexión. Cuan