La enfermera inyectó la medicina y Adrianna empezó. Sentirse muy aturdida, la enferma salió de la habitación.
—No soy Patricia. —pronunció en susurros.
El sonido distante de pasos se fue perdiendo, y entonces durmió profundamente.
No supo que tiempo estuvo dormida, abrió los ojos y nuevamente se vil en es habitación blanca.
El silencio de la habitación era apenas roto por el pitido suave del monitor de signos vitales. Arianna con los ojos cerrados, aferrándose a esa pequeña chispa de vida que era su única verdad en medio de su mente confundida, contra todo pronóstico.
En el fondo sabía que la lucha no sería solo física. Tendría que enfrentarse a sus miedos, a las miradas, y sobre todo, a sí misma, cuando saliera de ahí
Pero por primera vez en mucho tiempo, en medio del dolor y el caos, una certeza se abrió paso no estaba dispuesta a dejar que su bebé se fuera.
—Perdóname mi amor, estoy confundida. Pero tú eres mi ancla a la realidad. No tengo claro como llegué aquí... Lety. Mi madri