Celos y rabia

Los hermanos Masherano Paolo y Many, que no salían de su asombro al ver lo que acababa de hacer su hermano mayor, lo siguieron a la salida, cada uno había llegado en su propio auto, a la iglesia y jamás imaginaron lo que Lizandro tenía para decirles

Valentina, no se iba a quedar cruzada de brazos, ella iba a luchar para zafarse del fuerte agarre del desconocido hombre que había desafiado a su hasta hace unos momentos prometido, estaba segura que pocos ahí se le igualaban en poder y no cualquiera se atrevería a enfrentarlo

— ¡Bájame, Bájame! ¿a dónde crees que me llevas? a esto se le llama secuestro, ¿lo sabías? ¡te exijo que me sueltes ahora mismo, quiero ir a casa, bueno la que era mi casa a recoger mis cosas por que después de esto que ha pasado no quiero volver a ver a la familia Gonzales nunca más en lo que me resta de vida!

El Alfa estaba demasiado molesto y su lobo Legoshi lo estaba aún más, además de que los celos al saber que su bella luna se había entregado a otros hombres le corroían el cuerpo y el alma

— ¡Lizandro...! ¿qué demonios es lo que haces? ¡regresa a esa señorita al señor Sotomayor, ellos son pareja y sí, tuvieron diferencias pero bien pueden arreglarlas y reconciliarse, no entiendo tu actitud! — Paolo, quién en estos momentos estaba completamente confundido por lo que su hermano mayor estaba haciendo, lo llamaba a la cordura

— ¡No, no me regreses con ese traidor, pero déjame ir, yo no soy un objeto del que te puedas adueñar así como así, soy una mujer que es libre y no voy a permitir que me lleves para ninguna parte! ¿escuchaste?

— ¡¿Y a dónde es que quieres irte exactamente?! ¡tu familia te desprecia por ser tan... liberal, tu prometido lo único que quiere es vengarse de ti! ¡¿acaso quieres ir a buscar a tus amantes?! — Lizandro preguntaba con los dientes apretados, le estaba costando controlarse, cosa que nunca se permitía pero está vez era diferente, no podía controlar sus sentimientos y sus instintos que lo llevaban a ella, pero que él se rehusaba a seguir

Valentina logró bajársele al enfurecido Alfa, la delicada mano de la joven vestida de novia, paró en la mejilla del atractivo hombre que la acababa de ofender, bastante tenía con la bofetada que le había dado su tío, el engaño de su novio y las calumnias que le habían le inventado como para todavía aguantarse los insultos de ese desconocido hombre

— ¡No me conoces, no sabes nada de mí, así que no te permito que me insultes, por qué aunque así fuera, aunque hubiese follado con medio Nueva York, a ti no te debo nada, ni fidelidad, ni lealtad, ni amor! ¡ahora me largo y no te atrevas a detenerme por que...!

El hombre gruñó asustando a Valentina

— ¡Paolo, llévatela a la mansión, y cuidadito y te sobrepasas con ella! — ordenó el Alfa, ignorando la advertencia de joven pelinegra, al apuesto hombre poco le importaba que ella se negara a que se la llevará

— ¿Te volviste loco, Lizandro? no lo voy a hacer, deja ir a la chica, ¡ya para con todo esto...! la estás asustando, ella ni siquiera te conoce, nos estás dejando muy mal parados, incluso cancelaste la negociación que tenías en curso con Elías Sotomayor, y todo por esta joven, ¡esta alianza era importante, joder! tu jamás pierdes la cabeza y ahora parecía que no te importa nada más que ella, ¿por qué? ¡ni que fuera tu m*****a luna! — ladró Paolo muy enfadado

— Tu te vas a subir a este auto y te vas a quedar quietecita — el Alfa le riñó a la novia, después se volteó de nuevo a hablarle a su hermano — ¿Creés que si no fuera mi m*****a luna le habría declarado la guerra al socio que necesitaba de aliado? ¡por supuesto que lo es! ¡para mí negra suerte está mujercita de moral relajada es la que la diosa luna me ha mandado! así que más jodido no puedo estar, llévatela antes de que pierda más el control y termine por...

— Ah no, te la llevas tú, si por algo me intenta seducir en el camino después me vas a culpar a mi, haste cargo de tu luna tú mismo — Paolo quién conocía muy bien el carácter de su hermano mayor no se iba a arriesgar a qué le arrancaran la cabeza por culpa de su liberal cuñada

— Yo la puedo llevar conmigo — dijo el más relajado y joven de los hermanos Masherano, al mismo tiempo que le daba una sonrisa a la bella Valentina — hola belleza, soy Many Masherano, vamos, no les hagas caso a este par de gruñones, yo te llevo a casa con gusto — Many, estaba ya muy cerca de la chica cuando Lizandro se le adelantó

— No se te ocurra, Many, sabes bien que no soy de tener demasiada paciencia, no pongas tus ojos en ella o te haré lamentarlo, la llevaré yo — bufó el Alfa, sabía que su hermano menor era un conquistador, de los tres el más simpático y de mejor carácter, no se le iba una chica sin seducir

— Wow Lizandro, no soy tan estúpido como para enfrentarte — Many levantaba las manos en señal de rendición, era por todos conocidos lo que les pasaba a quienes cometían el error de provocar la irá de Lizandro Masherano

Sin problema alguno el Alfa tomó a su luna y la subió a su lujoso coche, ella no pudo vencerlo, él era tan fuerte, tan imponente, en menos de nada el lobo puso en marcha el vehículo a toda velocidad

— ¡Ba.... baja la velocidad! ¡¿qué no vez que vas a matarnos! ¡si vas a conducir así me bajaré del auto!

— ¡Ponte el cinturón de seguridad y siéntate calladita si no quieres que te corte ese fino cuello que tienes! no me gusta repetirme así que te lo dejo a decisión, solo te advierto que no te tendré compasión si sigues provocando mi furia, Valentina Bianchi...

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