Los hermanos del Alfa.
El alfa comenzó a comer, había escuchado las palabras de su beta
— Ve a calmar a esos tres lobeznos, mi luna está en cama y sigue inconsciente, diles que si no se comportan se las verán conmigo. — Dijo el Alfa bastante serio.
El beta fue a cumplir su órden de inmediato. Encaminó sus pasos hacia la salida de la habitación y justo afuera los encontró.
— Patricio, ¿En dónde está nuestro hermano? Queremos verlo, y a nuestra cuñada también, dinos, ¡¿Es verdad que ella está embarazada de tres cachorros?! — Preguntaba Petya el menor de los lobos Salvatore.
— Cálmense los tres, ¿Pueden dejar de hacer tanto escándalo? ¡La luna de la manada está ahí dentro débil e inconsciente, Leonardo ya los escuchó y manda decirles que se las verán con él si no guardan la compostura!
— Está bien, nos vamos a tranquilizar, Pero queremos verlo, no nos iremos de aquí si no nos dejan pasar, y no quieres saber del infierno que vamos a desatar. — Damiano, el más rebelde e incontrolable de los hermanos Salvatore hablaba, y hablaba muy en serio.
El beta sabía de lo que eran capaces, ya no los detuvo más y les hizo una señal para que entrarán al cuarto.
El Alfa los vió venir hacia él, el lobo casi se atraganta con la comida.
— Pero... ¿Quién los dejó pasar?
Los hermanos observaban a Leonardo con una ceja enarcada.
— ¿Estás herido? ¿Cuando nos ibas a decir? — Angelino, el segundo hermano se veía molesto.
— No estoy herido, solo que...
— Nuestro Alfa le donó sangre a su luna y eso lo debilitó, ahora mismo está en reposo, Pero estará bien y le daré el alta en unas horas. — El médico apareció por fortuna y les explicó la situación.
Los hermanos vieron a su cuñada en la cama, ella parecía dormir profundamente.
— Volviste a traer a tu luna para que le donara sangre de nuevo a esa arpía, ¿Cierto? No te entiendo Leonardo, la diosa luna te ha dado una hermosa compañera, y tú la tratas de esta forma, no te la mereces. Si nuestros padres pudieran verte.
— Le di mi sangre, ¿Cierto? Toda la que pude. La... cuidaré mejor.
— Eso espero, ella está esperando a tus cachorros, el futuro de la manada lo lleva en su vientre.
El segundo hermano parecía preocuparse mucho por su cuñada, eso no le agradó a Leonardo, involuntariamente estaba más posesivo y protector con ella.
— Dije que la cuidaré mejor, soy un Alfa responsable Angelino. — En la habitación se escuchó el ruido de Leonardo.
Angelino hizo un ademán de rendición, leve pero lo había hecho.
— Leonardo, los dejaremos descansar, no queremos incomodar a nuestra cuñada. Tres cachorros, ¿Eh? Dejaste el apellido Salvatore muy en alto. Papá estaría muy orgulloso. — Petya mostraba su alegría por sus futuros sobrinos.
Leonardo para sorpresa de todos sonrió, decir que no le hacía ilusión conocer a sus cachorros sería mentir.
(...)
— ¡¿En dónde está mamá?! ¡Ya amaneció y Leonardo no ha venido a verme, seguro esa perra se está haciendo la víctima para que no se separe de su lado!
La madre de la loba no podía calmarla, la furia de Esmeralda estaba incontrolable.
— Eduardo, tienes que ir a llamar al Alfa, Esmeralda no se siente bien y necesita de su presencia.
El beta de la manada Lago de luna asintió.
— Iré a buscarlo, se dice que no ha salido de la habitación de la luna. Espera un poco hija, lo traeré a tí. — El rubio y fornido lobo salió del cuarto de la loba para ir a buscar a Leonardo.
— Apresúrate papá, necesito que el Alfa venga a verme. — Esmeralda fingía llorar.
El beta llegó al módulo donde estaban las enfermeras.
— Necesito hablar con él Alfa Leonardo, llevenme con él. — Acostumbrado a imponer su voluntad debido a la simpatía que el rey tenía sobre su hija, el beta se mostraba arrogante.
— Lo siento mucho señor, es orden del médico no dejar pasar a nadie a la habitación de nuestro rey.
— ¡¿Qué no sabe quién soy yo?! ¡Soy el beta Eduardo! !Exijo ver al Alfa en este mismo momento!
Los gritos se escuchaban hasta dentro de la habitación.
— Hmmm... — Alejandra se quejó un poco, ella parecía tener dolor, lo que puso de muy mal humor al rey. Nadie podía perturbar el descanso de su luna y sus cachorros.
— Vaya alguien a callar a ese hombre, díganle que no estoy disponible. y que no vuelva a venir a buscarme aquí. — La voz gutural sobrenatural del enfadado lobo se escuchó ordenar.
Fué el mismo Angelino quien salió a ejecutar la órden y con todo gusto, destestaba a esa familia de betas aprovechados que hacían de su hermano un pésimo Alfa para su luna.
— ¿Qué gritos son estos? Beta Eduardo, ¿Se ha olvidado de que estamos en un hospital?
La imponencia del segundo Alfa Salvatore, hizo erizar los cabellos del rudo beta maduro.