Las enfermeras hicieron una referencia a su Alfa Angelino, de los cuatro hermanos era conocido por su extrema seriedad, se decía que era quien llevaba las finanzas de la manada, un lobo muy inteligente y de reputación sanguinaria y cruel. — No... Por supuesto que entiendo que estamos en un hospital, es solo que me urge ver al Alfa Leonardo, mi hija ha estado muy delicada después del envenenamiento que sufrió tras transfundirle la sangre de la luna. Creemos que ella tomo algo para envenenarla y así hacerle daño a mi Esmeralda. — ¿Creen? Entonces son solo suposiciones, ¿Cierto? Nadie en su sano juicio se auto envenenaría corriendo el riesgo de morir solo por qué si, ¿No lo creé? — No... Puede ser que no, pero la luna está tan celosa de la relación cercana que mi hija tiene con el rey, que no podemos saber. — ¿Celosa...? Si una loba se le pegara como lapa a un hombre casado en todo momento, ¿Qué reacción se supondría que debería tener la esposa? Celos, rabia, deseos de asesin
Las palabras de su luna dejaron perplejo al Alfa. Ella estaba pensando que le haría daño a sus propios cachorros, que la abandonaría y que haría su luna a otra loba. Alejandra lloraba, estaba asustada, se abrazaba a su vientre como queriendo proteger a sus cachorros, no quería que nadie los lastimara, y lucharía hasta contra su propio padre si fuera necesario. — ¿Pero que estás diciendo? Son mis cachorros también, ¿Por qué les haría daño? Estás pensado mal las cosas. — ¡Doctor... Doctor... Ayuda, alguien venga pronto! — ¿Qué pasa luna? ¿Le duele algo? — El médico pronto comenzó a tomar los signos vitales de la bella loba, también quiso revisar a los cachorros de nuevo. — ¡Doctor ayúdeme, no permita que el Alfa se acerque a mí o a mis hijos, él... Dudo mucho que quiera a los cachorros porque son míos y no de su amante! — ¡Alejandra, no te permito que...! — ¡Yo soy la que no te permite más, puedes largarte con tu amante, esa con la que te paseas por la manada, por la
En el hospital, el médico se encargaba de estabilizar a la luna, ella estaba muy alterada, y debido a que no se podían poner en peligro a los cachorros, tuvieron que aplicarle un sedante, ella se quedó profundamente dormida. El beta Eduardo al ver que el rey salió del lugar, y como no le habían permitido verlo, salió detrás de él hasta alcanzarlo y se acercó a su mesa. Necesitaba convercerlo de ir a ver a su hija, no podían dejarse vencer por la luna y su anunciado embarazado — Alfa, necesito hablarle, mi hija está muy delicada, ella pregunta por usted, necesita de su apoyo para superar este mal estado de salud, fue la sangre de la luna la que la puso tan mal, ella casi muere, por favor no la abandone. El rey miró al robusto beta por unos momentos, definitivamente no estaba de humor para hablar con nadie, y tampoco tenía en la cabeza otra cosa que no fuera su luna y su intento de rechazo. Pero se trataba de Esmeralda, a quien había protegido siempre y le tenía un cariño muy
Esmeralda fingiendo ser una loba en desgracia, le mintió a Leonardo diciéndole que la habían diagnosticado con solo seis meses de vida para que no la abandonara, esa beta si que era astuta y se aprovechaba del cariño que él Alfa le tenía porque habían crecido juntos. Apenas el rey se dirigió a la habitación donde Alejandra estaba, su beta Patricio y su hermano Angelino lo abordaron. — !Al fin apareces! — El segundo Alfa estaba evidentemente molesto con su hermano. — Díganme, ¿Cómo está mi luna? Mejor entraré a hablar con ella, espero que ya esté más calmada. — Alfa... La luna no... Angelino interrumpió al beta. — !Evidentemente no está más calmada cuando tuvieron que sedarla por el bien de los cachorros! — ¡¿Qué dices?! — Lo que oyes, Alejandra no se calmó, ella no ha desistido en lo que piensa de ti, pero eso a ti parece no importarte, ¿Eh? — ¡Por supuesto que me importa, no te olvides de que es mi luna, y que son mis cachorros los que están en peligro, voy a e
Leonardo no podía evitar sacar su naturaleza territorial y dominante, no iba a consentir que su luna lo abandonara llevándose a sus cachorros. — Alejandra, sabes bien que no soy un Alfa paciente, no sigas provocándome, lo importante ahora es que tú salud mejore, debes alimentarte bien, he escuchado que los cachorros hacen tener mucho apetito a la madre. Espera un poco, pediré comida para ti. La luna quiso replicar pero era inútil, ese lado no no escuchaba, simplemente hacia su voluntad. Pronto fueron llevados alimentos nutritivos a su habitación, ella quiso sentarse para poder comer, lo cierto era que estaba muy hambrienta. — Dame la charola, comeré yo sola. — Por supuesto que no, yo te ayudaré. Apenas y te puedes mover, no seas obstinada. — Dije que yo puedo. No te necesito. — Alejandra estaba muy renuente a que el rey se le acercara. — Tendrás que soportar mi presencia, no solo te estoy alimentando a ti, también estoy alimentando a mis cachorros, así que abre la boc
Esa noche oscura y lluviosa, la jóven luna de la manada Luna Plateada había sido prácticamente arrastrada al hospital que el Alfa había fundado con los mejores equipos. Debía donar de nuevo de su sangre como cada vez que la amiga de la infancia de su Alfa lo requiriera. Alejandra Montes de Oca, fué traída por el beta de su esposo en medio de la noche por una crisis que había tenido Esmeralda, la conocida amante de su Alfa. Aunque ella se había negado un par de veces a seguir siendo usada para que la causante de su desdicha se curara, era inútil. El Alfa tenía la manera de obligarla sin importarle su salud o su opinión, mucho menos sus sentimientos. La jóven de diecinueve años de piel clara y cabello color chocolate veía llegar a su marido sosteniendo del brazo a la mujer que aunque pálida, sin duda seguía siendo bella. Ellos estaban ahí, se les podía ver tan cercanos, incluso la fría expresión del lobo con ella se suavizaba. Lo que le dolía aún más a Alejandra, ya que con ella e
De inmediato el líquido rojo fue llevado en un par de bolsas especiales a la habitación privada que la dulce Esmeralda ocupaba, ella hacía todo lo posible por ganar la simpatía del Alfa para que él decidiera hacerla su luna y desterrar a la inservible luna que tenía y que odiaba con todo su ser. Ella debía ser la reina de la manada Luna De Plata, nadie más que ella. — Aguanta un poco más, la sangre ya está aquí. — Fueron las palabras del imponente lobo. — Deberíamos parar Leonardo, quizás Alejandra ya no quiera darme mas su sangre, debemos comprenderla. — La loba se hacía la víctima para que el lobo se sintiera afligido y pensara que era bondadosa y amable. Cosa que estaba muy lejos de ser cierta. — No digas tonterías, no voy a dejarte morir, conseguiré la sangre que necesitas a costa de lo que sea... ¡Ustedes, apresurence a transfundirle las unidades! — Ordenaba el lobo. — ¡Enseguida Alfa! — Las enfermeras no eran capaces de llevarle la contraria a tan temible rey. El Al
RECUERDOS DE ALEJANDRA. FLASH BACK Esa noche el Alfa Leonardo Salvatore había bebido todo lo que encontró en el almacén de la manada para tratar de no escuchar ese llamado de pareja que lo atormentaba, su cuerpo ardía en deseos por tomar a su bella luna. Pero se había estado resistiendo luchando contra si mismo. Más sin embargo no pudo más y encaminó sus pasos hacia su habitación, Ale dormía con una transparente bata que dejaba al descubierto sus torneadas y blancas piernas, sus cabellos largos color chocolate adornaban las almohadas, su trasero redondo y perfecto sobresalía de la sábana que apenas la cubría. El Alfa salivó de deseo y lujuria, la verdad era que se moría por hacerla suya, por enterrarse entre sus piernas y probarla, quien se lo impedía después de todo, era su luna, su esposa, entró en su cama y comenzó a besarla, Alejandra quiso oponerse pero el hizo uso de su poder sobre ella. — ¡Tu Alfa te quiere, y te quiere ahora! — Se escuchó su voz acompañada de un