Zorra mosca muerta y buscona.

Las enfermeras hicieron una referencia a su Alfa Angelino, de los cuatro hermanos era conocido por su extrema seriedad, se decía que era quien llevaba las finanzas de la manada, un lobo muy inteligente y de reputación sanguinaria y cruel.

— No... Por supuesto que entiendo que estamos en un hospital, es solo que me urge ver al Alfa Leonardo, mi hija ha estado muy delicada después del envenenamiento que sufrió tras transfundirle la sangre de la luna. Creemos que ella tomo algo para envenenarla y así hacerle daño a mi Esmeralda.

— ¿Creen? Entonces son solo suposiciones, ¿Cierto? Nadie en su sano juicio se auto envenenaría corriendo el riesgo de morir solo por qué si, ¿No lo creé?

— No... Puede ser que no, pero la luna está tan celosa de la relación cercana que mi hija tiene con el rey, que no podemos saber.

— ¿Celosa...? Si una loba se le pegara como lapa a un hombre casado en todo momento, ¿Qué reacción se supondría que debería tener la esposa? Celos, rabia, deseos de asesinarla por meterse con lo que es suyo, ¿Cuál debería ser su reacción? Si ordenara que la matasen se acabaría el problema, puede hacerlo, después de todo es la reina luna de la manada. ¿O no es así?

— Alfa Angelino, el Alfa Leonardo tiene en muy alta estima a mi Esmeralda, el jamás permitiría que la tocaran, mucho menos que la luna Alejandra la mate.

— Puede ser... que sea su favorita, pero también puede ser que las cosas hayan cambiado, sus cachorros vienen en camino, y como sabe eso cambia a un lobo y sus prioridades, incluso las del rey. Ahhh... En fin, Leonardo ha pedido que no sea molestado, está como concentrado en su reina y sus cachorros, dijo también que no vuelve por aquí a buscarlo, está con su familia así que respete, las amantes últimamente no conocen su lugar, y el de luna no es, ni lo será nunca. Así que retirese de inmediato.

La mirada verde mar del Alfa Angelino se fijó en el humillado beta, hasta que se marchó del área, había pisoteado el orgullo del hombre y a la zorra mosca muerta de Esmeralda le había dicho que de amante nunca iba a pasar, el lobo defendía a la luna, Alejandra era alegre, hermosa, bondadosa, todo lo que el hubiera soñado que la diosa luna le diera, pero en cambio la diosa se la dió a su hermano, solo para que la despreciara y no viera su verdadero valor.

El beta Eduardo regresó apresurado a la habitación de su hija con las manos vacías y furioso como nunca. Su esposa lo vió venir y se extrañó mucho al verlo tan de mal humor.

— ¿Qué ha pasado Eduardo? ¿Pudiste hablar con él Alfa?

— No, no me fue permitido hablar con él, cuando llegue afuera de la habitación donde está esa loba que se cree su luna, quien salió fue el Alfa Angelino, ese lobo nos detesta y por supuesto aprovechó para humillarme. Dijo que el rey estaba ocupado con su familia y que debería de comprender que las amantes eran solo eso amantes sin importancia. Qué me marchara y que no volviera a molestarlo.

— ¿Cómo se atreve a tratarte de esa manera? tu eres el futuro suegro de Leonardo Salvatore, tarde o temprano el Alfa va a abandonar a esa luna inútil y desposarà a nuestra hija, entonces tendrán que inclinarse ante ella les guste o.

— ¡Así será, apenas tengamos oportunidad vamos a matar a esa loba, no vamos a permitir que nazcan esos cachorros que lleva en el vientre, solamente nuestra hija llevará a los herederos de la manada Luna De Plata!

Los betas estaban dispuestos a acabar con Alejandra y los cachorros apenas tuvieran oportunidad.

(....)

Por la tarde le quitaron la intravenosa al Alfa Leonardo. El valiente lobo hizo un ¡Auchhh! de dolor cuando le sacaron la aguja, lo que llevó al beta a reírse y a Leonardo a mal mirarlo.

El licántropo se sobaba la muñeca y se ponía de pie, no aguantaba más estar en esa cama.

— Saldré a traerte la comida, enseguida vuelvo.

El alfa asintió, no había pensado salir de la habitación, quería estar cerca de sus cachorros y de su luna, aunque no sabía el por qué todavía. Siempre la había ignorado, no sintió felicidad cuando supo que ella era su compañera, pues él estaba interesado en alguien más. Pero ahora...

— Hmmm... — Alejandra se movía un poco, ella estaba despertando poco a poco. La loba abría sus azules ojos para mirar hacía su alrededor. Ella no podía ver más que máquinas, el suero puesto en su mano y una cortina que le daba privacidad. — Doctor. — llamó ella.

El Alfa la escuchó y de inmediato fue a su encuentro, abrió la cortina y la miró.

— Leonardo... ¿Qué haces aquí...? — Alejandra retrocedió un poco de él en su cama, mostraba temor. Lo que descolocó al lobo.

— ¿Qué pasa? ¿Está todo bien? Me he quedado a cuidarte toda la noche. Dime, ¿Te duele algo? Sientes alguna molestia?

— ¿Para que te quedaste? Esmeralda está ahora mismo aquí en el hospital, y tú siempre estás con ella, ¿Qué quieres de mi? — Alejandra negaba con la cabeza, no quería que él Alfa se acercara a ella.

— Está todo bien, ella no debe preocuparte. Cuidaré de ti y de los cachorros.

Pero Alejandra habría sufrido tanto en manos de su Alfa que ya no confiaba en él.

— ¡Quiero... quiero que te alejes de mí, quiero que salgas de mi habitación, no voy a permitir que toques a mis cachorros, quizás para ti sean un estorbo para llevar a cabo tus planes de hacer tu luna a esa loba, pero para mí lo son todo, puedes irte y hacer tu reina a esa descarada, solo no le hagas daño a mis hijos! ¡Me iré, me iré lejos, nunca sabrás más de mí, te lo suplico Leonardo, no vamos a estorbarte, solo déjanos ir...

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