El porte y linaje de los Alfas.
Las dos camionetas de lujo color negro, recorrían las calles de la ciudad. Las lunas no podían dejar apreciar ese mundo diferente al que siempre habían vivido.
— !Leonardo ests ciudad es muy bella, me gustaría poder pasar unos días aquí, salir de compras conmlas chicas, llevar a los cachorros de paseo!
— Lo que desees reina mía, yo mismo te llevaré a recorrer todo el lugar.
— Por la diosa, pero que meloso te has vuelto. — El Alfa Salvatore rodaba los ojos.
— Si no te gusta escucharme decir palabras dulces a mi luna, puedes cambiarte de coche, Romano.
— Que gracioso, no voy a bajarme, mejor comportate.
— !Ja! yo me comporto como quiero.
Ya había pasado la guerra, ya no necesitaban sobrellevarse, o tolerarse, y definitivamente ninguno era santo de devoción del otro.
Pronto pudieron ver una gran villa, estaba en lo alto de una colina, tenía grandes jardines. Era una propiedad que pertenecía a la familia Salvatore.
— Salvatore, ¿Por qué de todas las partes del