El lobo soy yo.
El mafioso italiano subió con sus hermanos a la camioneta, detrás de ellos iban sus hombres armados hasta los dientes.
Fue por eso que no vió correr a velocidad lobuna a los Alfas, betas, y guerreros, ellos seguían al rey, era quien tenía la conexión abierta con su tercer hermano.
— Antoni, no quería preguntar, pero... Hay algo que no entendí, ¿En qué momento le timbró el celular a nuestro socio como para saber que los Illuminati ya habían salido del bar? — Aldia preguntaba.
— ¿Y yo como demonios voy a saber? Nunca había peleado una guerra entre mafias con Leonardo y sus hermanos, quizás tenía un chícharo diminuto en el oído por dónde se comunican, que sé yo.
— Además tienen un aura aterradora, sus facciones son muy perfectas, pero exhudan peligro, doy gracias a dios que no son nuestros enemigos. Algo me dice que los Illuminati van a lamentar haberse metido con ellos. — Alfia también comentaba a sus hermanos su opinión. Ellos eran leales socios de los salvatore, jamás los