El desprecio del Alfa Romano.
En la mesa principal el Alfa prácticamente obligaba a Alejandra a comer. Ella no se sentía cómoda sin sus cachorros cerca.
— Escucha Alejandra, no es bueno que seas tan aprensiva con tus lobeznos, sé que te preocupan y que sientes que los debes mantener a salvo en todo momento, pero no debes olvidar que son lobos, conforme vayan creciendo se van a ir haciendo más independientes. Y no puedes hacer nada para evitar eso.
— Ahhh... Lo siento, puede que algunas veces sea una exagerada, es que... son tan pequeños, pero a la misma vez actúan como si tuvieran más edad, son extremadamente inteligentes. Sobre todo Leo. ese cachorro me desafía, me desobedece, sé que no lo hace a propósito.
— No, no es un mal chico, y la mayoría de las veces no te desobedece a propósito, es solo que sus instintos le ganan, no puede controlarse.
— Quizás cuando crezca más cambie un poco. Le daré un poco de tiempo.
El Alfa no dijo más, solo pensó que las cosas no serían así si no todo lo contrario, cu