Defendiendo a los cachorros de su propio padre.
Las palabras de su luna dejaron perplejo al Alfa. Ella estaba pensando que le haría daño a sus propios cachorros, que la abandonaría y que haría su luna a otra loba.
Alejandra lloraba, estaba asustada, se abrazaba a su vientre como queriendo proteger a sus cachorros, no quería que nadie los lastimara, y lucharía hasta contra su propio padre si fuera necesario.
— ¿Pero que estás diciendo? Son mis cachorros también, ¿Por qué les haría daño? Estás pensado mal las cosas.
— ¡Doctor... Doctor... Ayuda, alguien venga pronto!
— ¿Qué pasa luna? ¿Le duele algo? — El médico pronto comenzó a tomar los signos vitales de la bella loba, también quiso revisar a los cachorros de nuevo.
— ¡Doctor ayúdeme, no permita que el Alfa se acerque a mí o a mis hijos, él... Dudo mucho que quiera a los cachorros porque son míos y no de su amante!
— ¡Alejandra, no te permito que...!
— ¡Yo soy la que no te permite más, puedes largarte con tu amante, esa con la que te paseas por la manada, por la