Amor y pasión de Alfa y luna.
El Alfa abrió la puerta para que su luna subiera, ella tomó su mano para apoyarse, afuera estaba helado y el carruaje tenía vestiduras de tela gruesa en tonos morado oscuro y plateado.
Alejandra corrió un poco la pequeña cortina para apreciar los jardines majestuosos que decoraban el castillo.
El Alfa se había vestido con un pantalón negro de pero un poco más alto de lo normal, una camisa azul claro con un decorado dorado, y zapatos negros. Su largo cabello negro lo llevaba atado en una coleta baja. Lucia tan apuesto, sus ojos verdes, su mandíbula cencilada, su cuerpo perfecto. Leonardo era como un lobo hecho a mano por la diosa luna
Las rodillas del Alfa y la luna de repente se tocaban, Alejandra se ponía un poco nerviosa, estaba a solas con el padre de sus hijos, y ella había pensado que no volvería a verlo, que quizás sus caminos se habían separado para siempre. Pero ahí estaban de nuevo.
— Rey Salvatore, hemos llegado... — Avisó el cochero.
— Bien. — El Alfa bajó y