Capítulo 200.
En cuanto escuchó el saludo de la mujer, el sujeto de traje impecable y con un sólo guante la detalló. Había pospuesto esa visita desde hacía semanas, por una u otra razón. Pero jamás dejaba las cosas sin terminar y eso no cambiaría ahora.
El último ratón trató de convertirse en gato, y eso lo retrasó un poco, pero había llegado a la cita.
—Doctora —respondió él con un leve asentimiento de cabeza mientras se sentaba—. ¿Hoy sí confía en que le diga algo útil?
Ella sonrió brevemente. Indicando que siguiera a un sitio más cómodo se levantó.
—No confío— mantuvo su profesionalismo—. Escucho. El valor de lo que se diga aquí lo decide usted, no yo.
Durante unos segundos, el silencio reinó como si fuera parte del protocolo. Mientras cada uno tomó su lugar. Valente observó un hilo flojo en el saco de la mujer, mientras recordó la sesión anterior.
Siempre se les escapaba un detalle. En el caso de ella, fueron más de uno.
—¿Dónde nos quedamos?— cuestionó para apartar el pensamiento y la docto