El sol comenzaba a despuntar en la ciudad que muchos soñaban conocer, cuando Harper pisó la pasarela del aeropuerto de Dubái. Una ráfaga de aire cálido y seco le revolvió el cabello, mezclándose con los perfumes exóticos que flotaban en el aire. El perfil de la ciudad con sus rascacielos imponentes la hizo elevar sus lentes, destacando entre ellos el Burj Khalifa, una aguja de cristal que parecía tocar el cielo.

Apenas se había vestido en el avión, pues decir que estuvo con ropa durante el viaje era una total mentira. Mateo alcanzó el maletín con dinero y los teléfonos desechables que cargaban con ellos. Nada más hacía falta y lo que necesitaban tenían la facilidad para conseguirlo. El hombre a su lado se acomodó los lentes oscuros, tomándola de la mano y yendo a la salida luego de contactar a quién tendría su auto listo para los dos.

Jamás creyó que se escaparía de su propia boda o que usaría una identidad falsa para viajar con un mafioso que la hacía sentirse en una película de esp