Capítulo 202.
—Espero que sepas muy bien quién es Boris en este momento—, Audrey llamó su atención sabiendo que este podía ir por su hija, y eso no debía pasar.
El rubio se giró hacia ella con la mirada fría.
—Ese sello que le diste al neoyorquino … fue una puñalada a mi espalda— expuso—. Y me debes algo por cada gota de lo que eso liberó.
Audrey apretó sus dedos y su respiración se congeló al ver sus ojos. Circe se acercó con paso firme, levantando el cuchillo hacia el centro de su pecho.
La hoja brillaba con la luz tenue de los incendios cercanos. El silencio se volvió absoluto.
Y entonces, sin previo aviso, Valente dio una patada seca al mango del cuchillo.
El filo salió disparado hacia la piel de Audrey. El impulso fue brutal. El arma se hundió en el pecho de la mujer con un sonido sordo, exacto, limpio. Ella ahogó un grito, los ojos abiertos de par en par mientras el dolor la partía en dos.
Valente la observó por un instante. No con ira. Ni siquiera con placer. Con una quietud c