—¿De verdad no lo quieres? —preguntó, la voz ronca, áspera. No era acusación… era desconcierto. Necesitaba una verdad que pudiera ordenar lo que sentía.
Sofía lo miró sin parpadear. No había dureza, solo una línea clara entre dos vidas que ya no se tocaban. Llevó una mano a su cabello, lo acomodó detrás de la oreja mientras respiraba hondo.
—Todo esto fue su elección —respondió, tono firme—. Él eligió creer en Clara. Él eligió alejarse de mí. Además, él eligió su vida, Martín. Y yo voy a respetar la decisión que tomó. Que ahora se haya dado cuenta de que me ama… no tiene nada que ver conmigo. Esos no son mis sentimientos. Yo no le correspondo.
Las palabras de Sofía lo golpearon con un dejo de realización. Él todo este tiempo había asumido que ella aún sentía algo por Miguel, y, quizá era cierto; sin embargo, no era nada comparado con el amor que le tenía a su hija, a sí misma, a Sebastián… a la vida que tanto le había costado reconstruir.
—Pero él necesita saber. No es justo.
Sofía inc