El cálido abrazo terminó abruptamente gracias al ruido de una cámara. Sebastián giró la cabeza con brusquedad mientras se alejaba un poco de Sofía y distinguió a un hombre con una cámara colgada al cuello, los ojos del individuo estaban brillando con un entusiasmo casi febril.
Era un periodista que, desde su desaparición, había seguido indagando en su vida, encontrando la manera de moverse entre rumores y contactos hasta dar con Sebastián en la isla, gracias a la hermana de Diego.
El intruso apenas pudo contener la emoción que lo embargaba. Mientras los fotografiaba sin descanso, lanzó preguntas rápidas, algunas profesionales, otras íntimas, que buscaban respuestas inmediatas para satisfacer la curiosidad del público.
Quería saber si pensaba regresar a las pistas, si había visto al misterioso piloto que se comentaba últimamente en los círculos clandestinos. Pero al notar la presencia de Sofía, su atención se desplazó con descaro hacia ella.
—¿Y quién es ella? ¿Qué papel juega en todo