12. La furia de Remo Gambino
En cuanto Remo recibió la llamada de la mucama, supo enseguida que algo andaba mal con Marianné.
— ¿Qué ocurre?
— Señor, creo que debería venir a la mansión cuanto antes — le dijo la joven mujer. Su tono de voz cargado de angustia y preocupación.
Remo se tensó.
— ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Sucede algo con Marianné?
— Sí, señor, precisamente se trata de ella. Uno de los guardias de la mansión, bueno, él…
— ¿Él qué? ¡Habla! — exigió, impaciente.
— Ay, señor, lo que pasa es que la echó a la calle sin piedad. Yo salí a ver si la veía, pero ya no estaba y la tormenta ha tomado más fuerza — explicó rápidamente, provocando que el pulso de Remo se detuviera — ¡Venga pronto, señor, por favor!
Remo se quedó en silencio por largos segundos. La sola idea de saber a Marianné desamparada, a esas alturas de la madrugada y bajo un cielo que amenazaba con caerse, provocó que su corazón comenzara a latir demasiado rápido.
— Voy para allá — gruñó antes de colgar.
Entonces miró a Savino.
— Debemos i