68. Un corazón roto y una nostálgica propuesta
Serafina no supo por cuanto tiempo estuvo caminando sin rumbo fijo, pero lo cierto es que volvió a la mansión poco antes de la madrugada, empapada de agua y el alma arrastrándola por el piso.
Una mucama le avisó sobre los regalos de cumpleaños que comenzaron a llegar desde esa misma tarde, aunque no sería hasta el día siguiente cuando cumpliese oficialmente la mayoría de edad.
— Gracias, los veré después — informó con una media sonrisa antes de encerrarse en su habitación hasta el día siguiente.
Despertó gracias a los pequeños golpecitos sobre la puerta, así que se incorporó sonámbula y abrió, solo para darse cuenta de que no había nadie allí, salvo por una pequeña caja a la altura de sus pies que notó cuando bajó la vista.
Entornó los ojos al tiempo que la tomaba y volvía a la habitación.
Era una caja rectangular aterciopelada, color marfil. Seguramente se trataba de cualquier otro regalo de cumpleaños, uno al que tampoco pudo haberle prestado atención, pero, por extraño que fuese, es