CAPÍTULO 37
Abril se quedó quieta con el ceño fruncido y negó.
—¿Andrey? —repitió—. Dijiste que se llamaba Liam. ¿Por qué tiene otro nombre?
Luna sintió que el aire se volvía denso entre las dos. Revisó el reloj del móvil —faltaban diez minutos para que bajara—, porque Andrey dijo que la esperaría a esa hora, y respiró hondo.
—Es… complicado, Abril. Te lo explicaré a la vuelta, lo prometo, ¿sí? Ahora tengo que irme.
—Luna… —La voz de su hermana osciló entre la curiosidad y la advertencia.
—Después —insistió Luna, cerrando la maleta de mano con un clic decidido—. No te preocupes, estaré bien y tendremos una larga charla cuando llegue.
Cuando Luna abrió la puerta, y llegó a la sala, se topó con Alex, que estaba sentando en uno de los sillones y miró su pequeña maleta. Ninguno habló, Luna le dedicó una inclinación de cabeza; y Alex, con las palabras atrapadas en la garganta, solo la vio irse.
El ascensor bajó lento, como si la respiración contenida de ambos pesara en el ambiente. Al lleg