CAPÍTULO 34
Andrey mantuvo el abrazo unos segundos más, hasta que el peso de las palabras no dichas flotó entre ambos. Luego, con una calma casi forzada, le acarició el rostro y le habló cerca del oído.
—Todo va a estar bien, Luna. —Su voz fue un refugio en la tormenta de su mente—. Pero… Si quieres y si lo decides… ¿Te irías con ellos?
Luna lo miró a los ojos, con el alma desnuda en la mirada.
—Si se tratara de mudarnos… tal vez sí, porque son mi familia, Andrey, no podría dejarlos.
Andrey asintió muy despacio, como si cada fibra de su ser quisiera gritar algo, pero lo contuviera.
—Pero dejar mi trabajo… eso no va a pasar. Amo lo que hago, amo… lo que me ha costado conseguir, y yo… quiero seguir… aquí.
Andrey asintió muy despacio. En sus ojos hubo un leve destello de alivio, pero no dijo nada, se lo guardó todo.
Lentamente, besó su frente, sus mejillas hasta llegar a su boca, y luego sus labios se apresuraron mientras su respiración se agitó.
Los labios de él buscaron los suyos con h