CAPÍTULO 35
Luna salió del trabajo al atardecer, revisando su lista mental mientras caminaba al auto. Quería sorprender a Andrey, hacer algo especial para él. Lo sentía tenso, contenido… y aunque él no lo decía, ella lo sabía. Lo leía en su mirada cuando pensaba que no lo veía.
Pasó por una tienda de delicatessen y luego por el mercado gourmet. Escogió vino blanco, hierbas frescas, vegetales tiernos, y un corte perfecto de pollo. También arroz arborizo, especias, y un queso suave que sabía que le gustaría.
Porque esta vez no era solo una cena: era una entrega, y ella quería demostrárselo.
Cuando llegó al edificio, uno de los hombres de seguridad del piso inferior la reconoció y, con discreta cortesía, se ofreció a acompañarla hasta el ascensor.
—Señorita Luna, permítame ayudarla.
Ella sonrió agradecida y ambos tomaron el ascensor hasta la planta alta. Al llegar al apartamento, el sensor de la puerta se abrió antes de que ella pudiera tocar y Andrey apareció al instante, en camiseta os