El cielo sobre París estaba gris, pero no lluvioso. Isabelle y Vivianne descendieron del auto frente al edificio principal de Hartley Enterprises, una torre de cristal que reflejaba el mundo con elegancia contenida.
Isabelle llevaba un abrigo oscuro, el cabello recogido y una expresión que mezclaba firmeza con nostalgia. Vivianne caminaba a su lado, silenciosa, como si supiera que este día no necesitaba palabras.
Al entrar, los directivos ya estaban reunidos. El abogado de la familia les dio la bienvenida con un gesto respetuoso.
—Señora Moore, señora Hartley. Todo está listo.
En la sala de juntas, los documentos esperaban sobre la mesa. Isabelle se sentó frente a ellos. El silencio era absoluto, salvo por el sonido de las hojas al deslizarse.
—¿Estás lista? —preguntó Vivianne, con voz baja.
Isabelle asintió.
—Más que nunca.
Firmó. Una vez. Luego otra. Y finalmente, el último trazo que la convertía oficialmente en la nueva CEO de Hartley Enterprises.
Los presentes se