Lucie empujó suavemente la puerta de la habitación de Isabelle. La encontró sentada en el borde de la cama, con los hombros caídos. Camille estaba junto a ella, hojeando una revista sin mucha atención.
—¿Puedo pasar? —preguntó Lucie, ya entrando.
Isabelle levantó la vista, forzando una sonrisa.
—Claro.
Lucie se cruzó de brazos, sin rodeos.
—¿Qué está pasando, Isa?
—Nada —respondió Isabelle, bajando la mirada.
Lucie se acercó, sin sentarse.
—No me mientas. Te conozco. Si no estuviera pasando nada, habrías corrido a los brazos de James en cuanto lo viste. Pero no lo hiciste. Besaste a Noah. Y luego te fuiste.
Camille levantó la vista, sorprendida.
—¿Lo besaste?
Isabelle suspiró. Se levantó, fue hacia su escritorio, tomó el teléfono y volvió con él en la mano.
—Me enviaron esto hace unos días —dijo, desbloqueándolo.
Les mostró el video. Camille lo tomó entre sus manos. Lucie se inclinó para mirar. Era claro: James y Elena. Un beso. Un momento íntimo.
—Hablé co