Al día siguiente, Kerim se levantó temprano. Se pasó una mano por el rostro, todavía cansado, y al mirar a su alrededor notó el desastre que había dejado la noche anterior: botellas, ropa en el suelo, objetos tirados por todas partes. Suspiró con fastidio y decidió subir las escaleras.
Al llegar a la habitación, empujó suavemente la puerta y vio a Zeynep dormida. Su respiración era tranquila, pero en su rostro aún había rastros de las lágrimas derramadas. Kerim la observó en silencio por unos segundos, y entonces un recuerdo lo golpeó con fuerza.
Flashback
—Ven aquí, Zeynep, necesito hablar contigo. —Su voz era dura, llena de determinación.
Ella lo miró expectante, con esa inocencia que siempre la caracterizaba.
—No puedo casarme contigo, Zeynep. Sabes muy bien que no te quiero y no puedo casarme contigo. Solo necesito que les digas a mis padres que tú no quieres casarte conmigo.
Los ojos de Zeynep se llenaron de lágrimas, pero aun así sostuvo la mirada de Kerim.
—Pero yo sí te amo, K