La abrazaba a su pecho, acariciaba su cabello, no podía creer que estar con alguien como Evelyn podría ser otro tipo de realidad, de sentimientos encontrados.
—Parece que fuera un sueño, de verdad que esto es otra cosa.
—Te duele algo, ¿verdad? Te juro que trate de ser lo menos rudo posible.
—No es eso, a lo que me refiero, solo que acurrarme con alguien, que me abrazara—. Mientras Evelyn acariciaba su pecho, pasaba sus dedos por toda la extensión de este.
Él la atrajo más a su pecho, abrazándola aún más fuerte, como si tuviera miedo de que se vaya, inconscientemente, era su temor más latente.
—Eres lo más especial y valioso que tengo en mi vida, nunca lo dudes.
No supo en qué momento se habían quedado dormidos; sin embargo, el subconsciente tiene una fuerza que atraviesa la lógica y va más allá.
—¡Suéltame, Sebas!
—Por favor, escúchame, yo.
—¿Tú qué? Me mentiste, me usaste, fui un juego, una más de tú. ¡Maldita lista! La lista de Sebastián, merezco que me amen, no que jueguen conmig