—Eres preciosa, cada parte de tu cuerpo, es perfecto, nada ni nadie debe negarlo—Mientras le quitaba los zapatos, acariciando sus piernas, eran muslos grandes, gruesos, pero suaves, tan sedosos, no dejaba de dar besos, la luz de luna, sumando a las velas encendidas, le daba tono tan romántico, tan apasionado al ambiente, todo estaba calculado, aunque ella esto lo desconociera, Tal vez él no estaba convencido totalmente, si darían ese paso, no porque no lo quisiera, si no por lucha interna que esa decisión significaba, solo era uno por las dudas, pero eso quedo de lado, porque su vista solo estaba en la mujer que lo estaba transformando de tantas maneras, pero cada una de ellas eran desconocidas para un hombre acostumbrado a chasquear y tener a cualquier mujer con la pierna abiertas preparada para él.
Ella sentía que estaba como en un avión, con esa sensación de estar flotando. Su corazón latía tan fuerte, que podía sentir que se saldría del pecho. Luego recordó lo que sucedió minu