Julienne Percy
El celular vibró sobre la mesa y sentí que el corazón se me subía a la garganta cuando vi el nombre en la pantalla: Davian. Esperaba su llamada por horas para ser honesta
Respondí la videollamada con manos algo temblorosas, y al instante su rostro apareció. Se veía... distinto. Su cabello ligeramente desordenado, la barba de varios días sombreándole el rostro, y esas ojeras oscuras bajo los ojos que hablaban de noches sin dormir. Aun así, seguía teniendo ese aire dominante e inquebrantable que me hacía sentir pequeña y segura al mismo tiempo.
—Hola —murmuré con suavidad, intentando sonreír.
—Hola, Julienne —su voz era grave, más ronca de lo normal. Se veía agotado.
Nos quedamos mirándonos un momento. Yo me esforzaba por mantener la compostura, por no mostrarle cuánto lo necesitaba, pero sus ojos se clavaron en los míos y la verdad se me escapó sin querer.
—Te extraño... —dije apenas en un susurro.
Davian suspiró, y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
—También